domingo, 27 de mayo de 2007

PIRATAS

Otro de los temas que en materia de cultura nos aborda es el de la piratería. He hablado de bienes y políticas culturales, el fenómeno de la piratería es uno que le afecta directamente a estos dos.
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Las industrias culturales proporcionan beneficios en el sector económico, en los porcentajes que aportan al PIB de los distintos países de Iberoamérica. La Alianza Internacional para la Protección Intelectual publica cada año un reporte de pérdidas estimadas que ocasiona la piratería en las industrias fonográficas, cinematográficas, de software y de libro; en Iberoamérica, el costo económico para las industrias culturales de 11 países se calculan en 3 mil 400 millones de dólares aproximadamente.
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Pérdidas comerciales debido a la Piratería (2006)
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País _____________Millones de dólares anuales
Argentina ...................................300
Bolivia ..........................................37
Brasil ..........................................850
Colombia ....................................116
Costa Rica ...................................27
Chile .............................................95
Ecuador .......................................51
España .......................................637
México .....................................1 000
Perú .............................................80
Venezuela ..................................174
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La piratería repercute directamente en las culturas, la creatividad y el desarrollo de la sociedad, es uno de los fenómenos que reflejan la situación económica de un país. No sólo es un problema que tiene que ver con quien oferta esa mercancía, sino con quien la consume, se trata de gente que tienen empleos mal remunerados o bien, quienes sí pueden pagar originales pero se han acostumbrado al consumo de piratería sin estar concientes de que a quién se esta dañando es a creadores, productores y distribuidores,
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En el mes de marzo, ‘the three amigos’, osea, Iñárritu, del Toro y Cuarón pugnaban por: el balance de distribución, donde productores se mantengan en condiciones iguales que los exhibidores, por la modificación a la ley 226 para la exención de impuestos y por la incorporación de la televisión a la producción fílmica. También especulaban en torno a la piratería, dice del Toro: ‘de alguna institución gubernamental salen las copias piratas, pero no sabemos de donde sea puede ser de RTC, cuando se les proporcionan para clasificarlas, pero es una especulación. Con esto, ¿qué solución se podría encontrar?
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La piratería parece que será el futuro de la distribución de los bienes culturales. Las leyes deberían ser más severas, los medios de distribución tienen que cambiar sus formatos, y se deberían bajar los precios, equilibrando la red de beneficiarios desde el autor. Lo cierto es que sale más caro comprar un CD no por los estudios de grabación, sino porque el plástico es más caro, ¿para qué pagar plástico si lo puedes tener en tu computadora? Si lo que importa es el contenido.
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La piratería es un negocio de capas, donde las más poderosas resultan las más beneficiadas e incluso parte de los grandes conglomerados de distribución cultural los grandes conglomerados no producen y/o distribuyen libros, películas o fonogramas como un producto cultural, sino como un negocio donde buscan obtener los mayores ingresos posibles, sin interesarles el derecho a la cultura ni la democratización de la misma.
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La piratería es ilegal y es importante combatirla y regularla, y sin embargo se entiende claramente porqué se da, 8 millones de mexicanos pueden subsistir gracias a esta ilegalidad. ¿Cuántos no hay que consumen películas piratas y saben más de cine de arte, que aquellos que en primera tienen los recursos para comprarlas, rentarlas y verlas en el cine? La piratería es un indicador dentro del mercado y en cierta forma función como regulador en la relación productor-comprador, mas no justifica su existencia.
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Es cierto que al comprar un disco original lo que mas pagamos es la portada – diseño, conceptos de mercadotecnia, etc.- Sitios como e-music o itunes ofrecen legalmente toda la música a un costo menor, evitando todos estos gastos y es una forma sana de adquirirla. El artista es menospreciado y ver la piratería como medio de publicidad es un poco ingenuo ya que nuestra sociedad se ha vuelto consumidora.
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Para combatir y regular la piratería no hay que perder de vista los factores que la provocan y sus alcances, negativos y positivos (si existen estos últimos); tampoco es tarea sólo de gobernantes, productores, exhibidores, ni de los ‘vendedores de la calle’, todos pirateamos, pirateamos ideas de otros cuando hablamos y escribimos, bajamos música, fotocopiamos un libro, nos hacemos de una basta colección de películas, en nuestros discos duros o en CD’s, porque tenerlos originales sale en una fortuna, y nuestros ingresos no nos lo permiten. Pero, ¿quiénes se perjudican, los distribuidores, esos grandes conglomerados de industrias culturales, o los artistas creadores?
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Silvia de la Cueva.

domingo, 6 de mayo de 2007

Comercialización de Bienes Culturales (Pt. 2) ¿Se Puede?

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El tema sigue siendo tratado y analizado por grandes actores culturales con mucha más experiencia, visión y conocimiento que yo; en estos artículos llegaremos sólo a enterarnos de cómo va avanzando, de varias opiniones de otros ciudadanos comunes y corrientes como nosotros, quizá a algunos les provocará la cuestionante por primera vez, o quizá, para otros, la opinión radique en lo que aquí no se dice. No sé ustedes, pero a veces, hablar y escribir es una forma de pensar, es decir, no es escribir lo que se piensa, ni hablar lo que se piensa, sino estar pensando.
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Antes que nada, se considera que primero habría que resaltar la diferencia entre los bienes culturales y el resto de los productos del mercado. Partamos de la premisa, y corríjanme si me equivoco, los bienes culturales transmiten ideas, valores simbólicos, y modos de vida que contribuyen a formar una identidad colectiva y prácticas culturales, es entonces donde su soporte es lo que permite una reproducción y distribución masiva. En menos palabras, lo comerciable no es la cultura, sino la promoción y difusión de esta. ¿Cómo se comercializa la lengua Náhuatl? No, no se quiebren la cabeza, no se puede, lo que se comercializa son los diccionarios, los métodos de aprendizaje de la lengua, la difusión, principalmente para que no muera.
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Es necesario impulsar a nivel local y mundial la pluralidad de valores y diversidad de creaciones. Las ciudades, siendo éstas consumidores culturales, no pueden contar sólo con opciones extranjeras de consumo. Lo que está en juego es el desarrollo de una identidad colectiva y sus referentes simbólicos que están condicionados por la limitación de oferta cultural.
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‘Los bienes culturales son obras de arte’, éstos deben ser protegidos de la comercialización mediante leyes elaboradas por expertos en la materia, con la participación de los creadores o lo que es lo mismo, con los implicados en el proceso de creación, distribución y comercialización. Esta frase, que fue algo que opinó uno de los diplomados en el foro, va aunado al primer artículo que salió publicado aquí bajo mi colaboración, de políticas culturales, que deben ser elaboradas incluyendo a quienes vayan dirigidas.
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Innegablemente, los bienes culturales tienen un tipo de existencia económica: cuesta producirlos, quien los produce quiere ganar, se necesita que sean consumidos económicamente; pero también es innegable que no sólo tienen un estatuto económico, sino que su existencia va más allá de su valor de mercado. Lo interesante es ver cómo es posible salvaguardar ambas dimensiones: la posibilidad de generar ingresos gracias a la cultura sin que ésta se convierta en un mero bien sujeto a las fluctuaciones del marcado.
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Néstor García Canclini, filósofo de estos quehaceres culturales iberoamericanos, propone que la creación de libre comercio cultural debe ser regional, suena factible, real, ¿no? Los acuerdos deben ser consensuados con los actores sociales, los organismos culturales en los diversos niveles de gobierno, con el apoyo de los empresarios, el sector privado y el sector productivo cultural.
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La cultura es un bien, y al mismo tiempo una mercancía y este último punto es el que complica su inclusión en los tratados o convenios internacionales de naturaleza comercial. Por un lado, la cultura es la manifestación de la identidad de nuestros pueblos, por otro lado, también la cultura se manifiesta en forma de música, cine, artesanías, bordados, teatro, narrativa, etc. Es por esllo que se dificulta incluir a la cultura en un acuerdo internacional, donde se hable acerca de la disminución de tarifas arancelarias o apertura total de las fronteras.
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También es importante definir la necesidad de regular los intercambios culturales, esta necesidad deberá ser atendida con premura en la región latinoamericana, donde los valores culturales de nuestros pueblos están en peligro frente a las enormes empresas culturales de USA, frente a la uniformación de la cultura: somos híbridos culturales. Así, podríamos enfrentarnos a una nueva dinámica de intercambio cultural, una dinámica donde la defensa de nuestras culturas no signifique la hostilización del otro. Ahí tenemos el caso en que la segregación de la cultura mexicana es obvia, el cine, donde USA acapara las salas con una cantidad insultante de películas al año, producidas con presupuestos increíbles, mientras que en México producimos cantidades mucho más pequeñas, películas que en algunos casos tienen calidad y no están disponibles en tantas salas de cine.
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Sería ridículo competir con países que poseen industrias culturales, tales pero sí factible comenzar por firmar convenios de cooperación cultural con los países iberoamericanos para trabajar en conjunto y producir bienes culturales de gran calidad, conjuntando talentos y presupuestos.
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Fin.
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Fuentes:
Foro: Excepción cultural y liberación comercial, Grettel Beloyes. Diplomado en políticas culturales y gestión cultural
Néstor García Canclini, Culturas Híbridas (1993)
Alumnos del diplomado

sábado, 21 de abril de 2007

Comercialización de bienes culturales, ¿se puede?

De nuevo se viene otro fin de semana en el que Galvanii manda, sino 5, 4 correos recordándonos de nuestra colaboración, y uno recibe el primero y dice: ‘sí, sí, ya sé’, acto seguido, pasamos a leer el siguiente mail, el fwd de chistes de polo polo. Al segundo correo decimos: ‘íjole! es cierto, ¿de qué escribiré?’, al cuarto, seguimos pensando y al quinto ya se nos vino el tiempo encima, tomamos alguna revista, el periódico y de plano abrimos un documento Word para comenzar a escribir lo primero que se nos venga a la mente, o a los dedos, que no es siempre lo mismo.
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Les platico, a mis dos lectores, mi mamá y Jaime, (aunque creo que ya lo saben) que estoy metida estudiando un diplomado virtual en políticas culturales y gestión cultural, la última unidad que estudiamos fue Políticas culturales y agentes sociales, hay mucha tela de donde cortar, pero en la última unidad de quedé clavada con un tema. En el Foro de intervención llegamos a una discusión muy interesante todos los estudiantes: la comercialización de bienes culturales y su normatividad, y ahora que estamos en pleno festival de san luis y que algunos de seguro se han preguntado porqué en el resto del año no hay ópera o porqué un artista le cuesta trabajo vivir de su arte, puede ser que resulte interesante contarles un poco de lo que hablamos.
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Comenzamos analizando que la liberalización comercial ha sido el “proyecto civilizatorio” de las élites económicas mundiales. En los ochentas pareció que la solución a los conflictos de crecimiento mundial fue la abolición de las barreras proteccionistas estatales. Los acuerdos comerciales de carácter global como el GATT o la OMC, inclusive los acuerdos entre países como el NAFTA o MERCOSUR, tuvieron y tienen el objetivo de superar los obstáculos comerciales.
El argumento para impedir que los bienes culturales ingresaran a la órbita del comercio mundial se conoció como “excepción cultural”: la consideración de que los bienes culturales son mercancías de valor relevante para la identidad de una sociedad nacional. Impulsada vigorosamente por los gobiernos francés y canadiense, esta idea fue particularmente relevante a los servicios audiovisuales (cine, radio y televisión) y al mismo tiempo con bibliotecas, archivos y museos. Para que entendamos mejor, esto fue lo que provocó, por ejemplo, que se establecieran cláusulas especiales a películas cinematográficas que permitían poner cuotas de pantalla exigiendo la exhibición de un número mínimo de películas de producción nacional, al igual que el mantenimiento de una excepción general para aquellas medidas destinadas a proteger bienes nacionales de valor artístico, histórico o arqueológico.
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Alguien de los diplomados éstos, que entre otras cosas, dirigen casas de cultura, galerías o trabajan en gobierno dijo que: ‘una política de esta naturaleza sólo es sostenible a partir de acuerdos políticos’, yo estoy completamente de acuerdo porque para ello se requiere la voluntad explícita de uno o de varios Estados. Después, nuestra tutora nos dijo que estas medidas chocaron con las disposiciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
No suena nada fácil, ¿verdad? Y de seguro nos tardaremos mucho analizando y entendiendo el tema, sin embargo, existen tres fundamentos que sustentan la premura de contar con una política cultural autónoma y dialogante frente a los acuerdos internacionales.
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1. Que la cultura tiene un valor añadido al valor económico. La cultura como proceso de construcción de identidad y recreación de imaginarios colectivos, sobre la base de producciones simbólicas y de sentido, es un fenómeno muy difícil de evaluar en términos de modelos y categorías económicas puras. Se impone, por lo tanto, el desarrollo de enfoques que admitan indagar, a partir de aspectos teóricos y datos empíricos, su valor frente a lo que sostienen las escuelas económicas dominantes.
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2. La cultura es sustento de identidad. La identidad está constituida por una enorme diversidad de gamas y sensibilidades que interactúan muy complejamente y que conforman comunidades nacionales, regionales y locales en el contexto de la pluralidad. Es ésta la que se pone en riesgo ante la liberalización salvaje entre países que son asimétricos respecto al peso que tienen los sectores económicos y culturales, y a la cantidad de capital y tecnología que manejan sus industrias simbólicas. Véase el volumen de capital que acumulan las industrias culturales norteamericanas respecto a cualquier otra cinematografía mundial.
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3. La amenaza a la diversidad cultural: una integración indiscriminada de la cultura nos llevaría a uniformar las pautas de creación y consumo de los bienes, mermando la diversidad, en virtud de patrones que destruyen las singularidades y diferencias en el marco de una cultura única. Esto no implica que la cultura de una nación deba encerrarse en sí misma, sino que su apertura debe hacerse desde la lógica de un diálogo y no desde paradigmas que corresponden a otras historias sociales, culturales y políticas.
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Actualmente, la defensa de la excepción cultural se ha resquebrajado enormemente. Tanto las presiones comerciales de USA, como el ataque sistemático a la diversidad cultural, han dado por resultado que sea difícil el diseño de mecanismos de protección de los bienes culturales ante la avalancha del libre comercio.
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En conclusión…les fallo, se las daré cuando termine el diplomado y para dejarlos picados para la siguiente ‘colaboración’ como la llama Jaime, pero yo pregunto, y si alguien me quiere contestar, si se coló algún otro lector para los dos que escribo: si los bienes culturales deben ser protegidos de la comercialización? O si más bien se deben establecer jerarquías. ¿En qué medida los festivales internacionales son medios de comercialización de la cultura? ¿Lo son?¿Funcionan? ¿Para quién?
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Continuará…
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Fuentes: Foro en Excepción cultural y liberación comercial, Virginia Pérez.

domingo, 25 de marzo de 2007

Arte público, arte para el público.

En la ciudad de San Luis Potosí es poco común encontrarnos obra artística en la calle, poco común, pero sucede. El centro histórico de la ciudad es el que alberga la mayoría de las actividades culturales, desde su arquitectura hasta la mayoría de los museos, teatros, casas de cultura, escuelas de arte, etc. Son estas instituciones, comenzado por la Secretaría de Cultura, quien ha impulsado que la calle sea un foro de difusión y promoción.
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Pienso en tres ejemplos recientes; 1. El año pasado se expuso en el Museo Federico Silva de Escultura contemporánea la obra de Jorge Yaspik. El museo está ubicado en uno de los jardines más antiguos de uno de los 7 barrios del centro. La mitad de la exposición estaba en una de las galerías del museo, la obra chica y de obsidiana. Y en el jardín estaban 5 piezas de gran formato que permanecieron al alcance de niños, adultos y ancianos, transeúntes del centro histórico. En un principio, se observaron con atención y se suponía que era parte del museo, conforme fueron pasando las semanas, se pasaba de largo aquellas esculturas, ya se sabía. Pero pasaron más semanas y las esculturas en piedra de Jorge Yaspik dejaron de ser esculturas de exhibición para ser parte de la urbanización del barrio, los niños se trepaban y las escalaban, las señoras cansadas se sentaban, los novios, alguien que quisiera leer, o tomarse el helado. Nos acostumbramos, en muy pocas semanas al arte público y se entendió, después de pocas semanas que era nuestro. 2. Se construyeron estatuas en bronce de dos personajes de las leyendas potosinas, de tamaño real, Juan del Jarro, un pordiosero de mediados del siglo XIX que por mucha limosna que le dieran, nunca traía más que su bastón, su gorro y su jarro de terracota; odiaba las riquezas y bañarse, por eso su cuerpo era un costra de mugre pegada también a sus ropas y cabello. También es conocido por ser un loco muy listo que deambulaba por el centro, adivinaba el futuro porque lo escuchaba en su jarro de terracota. La otra estatua es del señor de las palomas, quien dos veces diarias llegaba a la plaza de armas para alimentar a las palomas, donde prácticamente éstas de todo alrededor lo cubrían completamente, pareciera que se lo comían. Así, se puso una en una plaza principal. Lamentablemente muy pocos ciudadanos sabían de lo que se trataba, las formas humanas de bronce estaban ahí, simplemente, sin explicación, causando rumores e incertidumbre, como los mismos personajes en sí eran en la vida cotidiana de San Luis Potosí, provocando, también, que la gente se enterara de los personajes. 3. Anualmente se hace una instalación de esculturas de acero inoxidable alrededor de toda la ciudad, principalmente se pueden ver en los camellones de las avenidas más transitadas, cerca de las plazas comerciales, o en las zonas de oficinas, despachos, etc. Yo en lo personal me di cuenta de que ahí estaban un día soleado de tráfico cuando tuve que estar detenida durante 5 minutos para seguir avanzando, en realidad pocas personas nos dimos cuenta de que estaban y cuando las vimos, no se entendía bien qué hacían ahí, pues en general, san luis no expone arte en las calles, pero además no tenían ningún contexto y no eran obras para la gente, nadie les prestó atención.
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Los dos primeros ejemplos, me parecen ejemplos tangibles de arte público, arte del público, arte que no está en una vitrina, arte que es igual para estudiantes que para amas de casa y ejecutivos de despacho, o arte que es parte de nuestra cultura, que nos representa, que nos identifica y nos otorga identificación. Pero tampoco creo que el arte público necesite contener una significación para ponerse al público –como las leyendas de san luis-, simplemente ponerse en la calle, donde se vive todos los días, parte de hacer la cultura y el arte base de la vida, como caminar sobre un Miró en Ramblas, y provocar una crítica, me gusta o no me gusta, pero ahí está. Por otro lado, la idea de usar las obras artísticas que han sido puestas en las plazas y banquetas, como sentarse en ellas, recargarse, tomar un helado o leer, me parece también otro buen propósito final de éste, como tener una escultura o una pintura al óleo en casa, es nuestro, nuestra. Pero así como en la casa no se va a poner una escultura que le bloquee la entrada al cuarto de la hermana si no lo quiere así, tampoco en un espacio público se deberá poner obra de arte que perjudique a terceros, y esto es algo que el gobierno, municipio y/o las instituciones que están proponiendo la instalación, deben regular.
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Silvia de la Cueva.

jueves, 8 de marzo de 2007

Políticas Culturales o las políticas públicas del gobierno


Cuando se trabaja por, con y para la cultura, es imposible no darse cuenta de la diversidad de elementos que existen en una sociedad, desde los que por las migraciones, de personas y de ideas, han provocado cambios en nuestra percepción cultural, hasta aquellos surgidos de la globalización, como las nuevas tecnologías. Estamos en una cultura en movimiento, la cultura no es una cualidad de individuos o grupos solamente, sino más bien un instrumento al cual se puede recurrir para referirnos a la diversidad y a lo cambiante, pero además, para inventar nuevas maneras de convivir en y con la realidad humana del mundo entero. Estamos en frente a una nueva forma de ver a la cultura, tanto a nivel mundial como aquí, en San Luis Potosí.
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¿Con qué pincel se le da un brochazo a la silueta de nuestra cultura? Cuando queremos buscar cómo dibujar el perfil de una cultura con el objetivo de proponer una política cultural para una comunidad, es importante conocer la naturaleza y los mecanismos de los intercambios culturales y la transformación de los marcos de referencia cultural de las personas. Hablo de reconocer la identidad, la identificación y el territorio cultural. La obligación de las políticas culturales, por lo menos aquellas que se establecen respetuosas de los derechos culturales, es la desenvoltura de una nueva sensibilidad ante esos mecanismos y elementos de la cultura, de otra manera, haremos las cosas con el manual equivocado, el que no nos toca.
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Los gestores y promotores culturales del siglo XXI ante las políticas culturales debemos escarbarle para encontrar la manera de transformar la cultura en base de la vida; pero es la sociedad quien debe crear las condiciones para que esa política cultural se transforme en cultura política mediante la traducción de valores culturales heredados, como el patrimonio, o formulados, como la nueva creación artística, en cada uno de los campos sociales. Éste es nuestro papel en la obra teatral ante la insistencia generalizada de los gobiernos en elaborar políticas públicas desde los efectos y no desde las causas del fenómeno social. Los actores de la política cultural tendrán que intensificar su trabajo de divulgación de la cultura, no con ‘la idea de la cultura como cereza del pastel’, como ejemplifica José Antonio Teixeira Cohelo, sino como el campo de las decisiones vitales de la sociedad. Se debe estudiar el guión, y ensayarlo frente al espejo, de cómo las prácticas culturales y conceptos sobre la cultura se hacen presentes en las políticas culturales y cómo pueden estas políticas orientarse en conformidad común para todos.
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Si conseguimos entender ya que las políticas culturales deben tener la cualidad de no tratar de escoger y divulgar los contenidos culturales bajo una jerga determinada, sino que deben proponer estructuras de acuerdo a la vocación, intereses y posibilidades de aquellos a los cuales se destinan, podemos escabullirlas a nuestra actualidad y agarrarnos de la mano de ellas para que nos lleven por el buen camino y entonces sí hablar de gestión y promoción cultural con estrategia.
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En resumen, concluyo: Las políticas culturales deben considerar a la gente a las que se les van a aplicar y a quienes van a beneficiar. Lo que el gobierno crea son políticas públicas, no culturales.